martes, 12 de octubre de 2010

Simoca


[...] durante la Conquista, hacia 1684, trasladada S. M. de Tucumán a su actual emplazamiento, Simoca –lugar antiguamente habitado por los indios Tonocotés– pasa a ser el punto obligado de paso para las carretas que hacían su recorrido entre Sgo. del Estero y Tucumán y son los frailes franciscanos los encargados de administrarlo y, por supuesto, de la evangelización. Levantan su capilla adonde celebraban la misa y otros oficios religiosos. Enfrente estaba el gran espacio que iba a convertirse en plaza. Hasta allí concurrían los campesinos y pequeños agricultores de los pueblos y aldeas vecinos que, a la vez, traían sus productos para venderlos, para trocarlos. Cada vez con mayor éxito, con mayor venta. Luego fue una cita obligada. La feria había nacido casi sin darse cuenta, y en sus entrañas se estaba gestando una ciudad. En 1728, el capitán Diego de Molina establece la primera plaza aunque, como dijimos, el lugar donde se reunía la población, existía, de hecho, desde mucho antes. Más tarde se va a trasladar hasta la vera del ferrocarril
Pero volvamos a la ciudad del presente: quedan en ella la feria, por supuesto; una serie de antiguas costumbres y un grupo de familias notables, cuyos antecesores descienden de los remotos pobladores de la villa, que vinieron de todas partes y allí se establecieron [...].

Alba Omil

Extraído del artículo "Simoca", incluido en el libro Hace tiempo en el Noroeste, tomo III, de varios autores. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2010.