Poncio, sumo sacerdote romano, se lavó las manos y la turba frenética crucificó al ungido.
Como una permanente refutación del fluir temporal, el mundo prosigue crucificando inocentes, y un Pilatos redivivo, multiplicado por sí mismo, insiste en lavarse las manos.
Como una permanente refutación del fluir temporal, el mundo prosigue crucificando inocentes, y un Pilatos redivivo, multiplicado por sí mismo, insiste en lavarse las manos.
Alba Omil
Extraído del libro Con Fondo de Jazz, microrrelatos, de Alba Omil. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1998.
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