La cigarra llenó de frutos maduros la bolsa del verano y se echó a dormir, arrullada por su propio canto, mientras la hormiga continuaba arrastrando infames sudores, con su carga al hombro.
Durmió todo el invierno la cigarra, mientras las hormigas -las sobrevientes de venenos, pisotones y fatigas- se comían sus propios esfuerzos.
Al retornar el verano, el mundo volvió a inundarse con los cantos de la cigarra, interesada más por el claro azul del día, que por los húmedos agujeros de la tierra.
Durmió todo el invierno la cigarra, mientras las hormigas -las sobrevientes de venenos, pisotones y fatigas- se comían sus propios esfuerzos.
Al retornar el verano, el mundo volvió a inundarse con los cantos de la cigarra, interesada más por el claro azul del día, que por los húmedos agujeros de la tierra.
Alba Omil
Extraído del libro Con Fondo de Jazz, microrrelatos, de Alba Omil. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1998.
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