viernes, 10 de julio de 2009

Teoría y práctica del microrrelato, I


Aclaración


A partir de hoy le capítulos del libro que sigue, cedidos por su autora en exclusivo para su publicación en este espacio, junto con el ofrecimiento de que si les interesara a nuestros lectores ampliar algo, o no lo encuentra claro, puede escribirnos para que si desea que ella misma se los resuelva, los corrija u opine, haremos la gestión con gusto y sin cargo alguno, como una especie de curso interactivo. A partir de la segunda entrega iremos poniendo algunos ejemplos y algunos ejercicios.


Teoría y práctica del microrrelato


¿Qué es el microrrelato?


Al microrrelato su mismo nombre lo define, define su función y su estructura. La función es, en primer término, relatar. Si esto es así, tenemos que verlo como un texto narrativo. Y a propósito de ello, hagamos una cita: “Un texto narrativo será aquel en que un agente relate una narración”. Mieke Bal (1998).
Relatar en pequeño, inclusive mínimo espacio, pero relatar. Que por detrás de ello razone, filosofe, ironice, etc. es posible, pero si no relata algo, aunque sea mínimo, a nuestro juicio, no puede ser considerado microrrelato.
En consecuencia, no se lo debe confundir con el proverbio, ni con la greguería, ni con el aforismo, ni con la sentencia ni con el chiste ni con el juego de palabras. No hemos leído ninguna de estas formas que relate una historia aunque sea mínima.
En efecto, el proverbio no narra: ejemplifica, medita, razona, enseña pero no relata, en consecuencia, no cabe dentro del género que pretendemos estudiar.
El aforismo se emparienta más con la greguería y con el proverbio que con el microrrelato. No narra, por lo tanto, no podría ser tenido como tal.
Fernando Lázaro Carreter (1977) define el aforismo como “Frase breve que resume en pocas palabras un conocimiento esencial, muchas veces médico o jurídico”.
Con la sentencia pasa otro tanto: “Reflexión profunda, expresada sucinta y enérgicamente.” (Lázaro Carreter, 1977)
No sólo hemos encontrado las formas preciadas, en colecciones de microrrelatos sino también hemos leído más de un juego de palabras como si fuera un m.r., a nuestro juicio, sin serlo. Preferimos no citar ejemplos pero que los hay, los hay.
Reiteramos: m.r. no es cualquier construcción breve que hable o reflexione sobre cualquier cosa, o haga reír o muestre el ingenio.
La característica fundamental, pues, no es solamente la brevedad; es la narración breve, ajustada, tan bien elaborada, que puede narrar una historia en un espacio corto.
Si tendemos a mezclar las formas, estaremos errando el camino.
Claro que, esa función -relatar- no es excluyente, porque de serlo, la construcción podría quedar manca, ser plana, anodina y, quizás, intrascendente. O no.
Cierto que hay microrrelatos (así llamados) planos, que no van más allá de lo denotado pero…también pasa en el cuento, en la novela, en el teatro. Después, el lector y el crítico seleccionan y se hace la decantación.
Encarar, pues, la redacción de un m.r. implica no sólo contar una historia, sino organizarla dentro de un marco predeterminado que, se sabe, es reducido. Por lo tanto, implica un cuidadoso trabajo léxico, morfosintáctico y de procedimientos.
Por otra parte implica manejar el problema del espacio, su relación y gravitación en y con la historia y con los personajes, si los hay.
Implica también la resolución, dentro del texto, de un asunto capital: el tiempo:
El tiempo de la historia y el tiempo del relato.
1.1 El acomodo del tiempo de la historia en el relato.
1.2 El manejo de los recursos y procedimientos lingüísticos que le permitan este acomodo.
El tiempo y su relación con la actividad y la conducta de los personajes, si los hay.
2.1. Su manejo en el trazado del perfil del personaje.
3. El tiempo como tema y como problema existencial.
Todo, justo; todo, bien medido; todo, sustancial; todo, significante. Con peso, sin ripios, con economía, sin desperdicios. Cada palabra, cada sintagma, con su sentido visible pero con su aureola connotativa, invisible aunque gravitante y con su subsuelo significante. Todo en función de sí mismo y, a la vez, de la totalidad.
Pero, observamos no sin cierta preocupación, que su territorio suele estar desbordándose y ello, a nuestro juicio, terminará por desvirtuar el género.

Alba Omil

Extraído del libro Teoría y Práctica del microrrelato, de Alba Omil, de próxima aparición.

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