jueves, 21 de junio de 2007

Frente y perfil de Victoria Ocampo. Aclaración preliminar.

Este libro (en originales) llegó a manos de V.O. dos semanas antes de su partida, cuando ya agotada por el dolor, estaba con sus fuerzas disminuidas. No obstante ello, lo leyó minuciosamente, comentando a cada paso, acotando, revisando, corrigiendo. Y este hecho viene a demostrar que esta mujer no sólo fue un ejemplo de verticalidad y de conducta, sino también un ejemplo de vida y de muerte. La esperó trabajando, como un obrero junto a su herramienta, como un labrador frente a su arado, como un soldado junto a su fusil. Seres de esta pasta les hacen falta a estos pueblos jóvenes, que están gestando su desarrollo.
Cansada ya de dar, en esta vida, se fue a la gloria dando, ratificando una vez más su condición de patricia ejemplar, para los que seguimos.
Olfativa como era, en sentidos literal y metafórico, había empezado a olor la llegada, el momento de este viaje. Y lo esperó altiva y sin lamentos: "No hablemos de eso", dice aludiendo a su dolor físico, en la que, creemos, fue su última carta. Es que estaba hecha de la madera de nuestros viejos criollos, de esos que, arañando la tierra argentina, labraron su grandeza.
Su vida, su larga vida, iba cargándose de muertos: una fuerza imponderable le arrancaba los amigos como si a un viejo árbol le arrancasen, uno a una, sus ramas. Porque toda ella fue eso: un inmenso árbol: floreció copiosamente, dio frutos hasta el cansancio, sus semillas se esparcieron por todos los puntos de la tierra; a su sombra se cobijaron innumerables viajeros; su casa queda como un nido, para los que continúen llegando. Como los viejos árboles ha caído, y como en ellos, de sus raíces han de brotar nuevas plantas: ya están frondosas las ramas de su gloria y son inocultables las copas de aquellos otros que tienen el inconfundible aire familiar y así demuestran que V.O. fue una escritora que hizo escuela. Por su temperamento, por su estilo, por su asombroso dominio de la palabra, no podía haber sido de otro modo.
Siempre ha escrito cartas de despedida a sus amigos queridos que habían dicho "adiós a la hermosura de la tierra". Ahora ella ha ido a reunírsles, a gozar con ellos de la que, creemos, ha de ser una constante primavera rosa y verde. De este lado, alguien que en estos momentos trata de hilvanar estas líneas, ha quedado debiéndole una carta.

Alba Omil

Extraído del libro Frente y Perfil de Victoria Ocampo, de Alba Omil. Editorial Sur, Buenos Aires, Argentina, 1980.

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