martes, 25 de mayo de 2010

Comidas en el bicentenario


"Mazamorra dorada / para la niña mimada, / mazamorra caliente / para la abuela sin diente". La negra que recorría las calles del Tucumán colonial vendía casa por casa y ya era conocida; tenía sus propios clientes, cuenta la escritora e investigadora Alba Omil, autora de Comidas regionales. Noroeste Argentino. Ingredientes y un poco de historia (Ediciones del Rectorado, UNT). "La mazamorra se comía con miel de abeja, después de almuerzo y a veces a la noche", agrega. Por aquellos años también se comía turrón de miel de caña, ambrosía, locro, empanadas y muchas otras que siguen presente en la mesa de los tucumanos.

"Hace 200 años se comía escabeche de vizcacha, igual que ahora, porque era el alimento de los aborígenes. Los Quilmes tenían sus criaderos. El indio comía mote, lo que se sigue consumiendo en el Norte argentino. Las comidas no han variado demasiado, pero sí hubo aportes de la inmigración. Esto ocurrió con el tamal, por ejemplo, que no era local, sino que fue introducido por los españoles. Aquí se lo empezó a preparar con maíz", cuenta la investigadora, autora de otro libro en proceso de edición titulado
La olla criolla.

Si bien hace 200 años las clases sociales estaban muy bien definidas, en todas se comía más o menos lo mismo, aunque con algunas diferencias en la forma de preparar los alimentos. "La clase más acomodada condimentaba mejor. El pobrerío consumía achuras, no así la sociedad. De allí viene lo que contaba Sarmiento, referido a que cuando el gaucho mataba un animal le sacaba la lengua, que era su bocado favorito y dejaba el resto. En "El Matadero", de Echeverría, se narran peleas entre las negras por las achuras y las grasitas de las tripas. Las negras aprovechaban todo lo que los demás desperdiciaban, incluida la panza del animal. En generaciones venideras persistió el prejuicio sobre las achuras", dice la escritora.

El chef Maximiliano Cáceres Cano, especialista en la cocina del bicentenario destaca que en las casas se comenzaba a cocinar a las 8. Sólo las mujeres podían dedicarse a esta tarea.

Se comía mucho

Había tres comidas básicas todos los días: sopa, puchero y mazamorra, pero además siempre se hacía alguna comida con carne, que podía ser de vaca, cerdo o aves, algunas veces, agrega Alba Omil. "La gente comía mucho pero no engordaba tanto, a pesar de consumir muchísimas calorías. Y esto se debe a que había otro estilo de vida. No había autos, ni TV ni computadora y se caminaba mucho", concluye Cáceres Cano, compilador de las recetas que se publican en esta página.


Extraído del artículo publicado en el diario La Gaceta, de Tucumán, Argentina, el día 20 de mayo de 2010.

domingo, 18 de abril de 2010

La Randa


Como los "cedrones de copa blanca", como la "dama de noche silvestre", la randa va desapareciendo.
Después de cuatro siglos de permanencia, de muchos años de auge y señorío, hoy la randa, lamentablemente, parece condenada a desaparecer o a convertirse en objeto de museo. ¿Por qué? Pensamos que por falta de aggiornamiento y de creatividad, que es, a su vez, parte de la cultura. Y también por abandono y desatención.
Hoy nadie usa carpetas tejidas en sus muebles, ni pañuelitos en el bolsillo superior del saco. Por esta causa, esas laboriosas carpetas circulares, de todo tamaño, que llevan días y días de labor; esos preciosos pañuelitos, no tienen mercado. Pero…
¿Por qué se han reducido a eso las labores de randas? En ese libro documentamos verdaderas obras de arte, con fotos de antaño, obtenidas en diversas fuentes, entre ellas, el Museo Sacro de nuestra ciudad, que atesora materiales preciosos. ¿Será posible que la belleza de esas randas haya quedado reducida casi exclusivamente a elemento de museo? Alguna feria aislada y de vez en cuando, no es suficiente para difundir un producto que vale la pena mostrarlo, que enriquece una cultura, que muestra una continuidad histórica, que puede ser una fuente de ingreso por diferentes bocas [...]

Alba Omil

Extraído de las palabras preliminares del libro La randa. Una artesanía tucumana, de Tulio Santiago Ottonello. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2010.

domingo, 4 de abril de 2010

Fantasía inverosímil


Comentario de Alba Omil sobre el libro El ladrón del rayo, de Rick Riordan (Barcelona: Salamandra, 2009). Publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, el día 4 de abril de 2010. El enlace a la nota es:

http://www.lagaceta.com.ar/nota/372150/LGACETLiteraria/proezas_ni%C3%B1o_descubrio_ser_un_semidios.html

martes, 9 de marzo de 2010

Luz


Afuera llovía a torrentes: el cielo, negro; el mundo, negro; todo negro.
De pronto se encendió una luz -hermosa como un fuego fatuo- que pareció iluminar el universo entero.
¿Relámpagos?, ¿centellas?, ¿algún rayo perdido?
No, apenas tu recuerdo en medio de la noche.

Alba Omil

Extraído del libro Con Fondo de Jazz, microrrelatos, de Alba Omil. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1998.

jueves, 21 de enero de 2010

La lechuza


Dentro de estas figuras, la lechuza y el búho portan una simbología más abstracta y más oscura aunque no fatídica como la que derivó después de la conquista.
La lechuza tiene un lugar importante dentro de la imaginería indígena: aparece grabada en las piedras, en los ceramios, hay urnas funerarias de párvulos que adoptan sus formas ¿por qué?
El doctor Orlando Bravo (Lugares y tiempos sagrados en las culturas andinas del Noroeste Argentino, UNT, 2001, p.32) señala que en la llamada Piedra Pintada de San Pedro de Colalao (lugar sagrado y observatorio astronómico) hay grabada una interesante figura de lechuza que está como protegiendo a un pichón o búho pequeño. Es la que primero recibe los rayos del sol porque es la figura que está ubicada más al levante. El Dr. Bravo piensa que, para los aborígenes, era una aliada de la noche, la que veía en las tinieblas.
Quizás era por eso que figuraba en las urnas funerarias: una invocación para que acompañe al difunto, para que no se pierda entre las sombras de la muerte.
Adán Quiroga (1931) describe así a esta figura de la Piedra Pintada: "La sexta figura que luego se repite con su cara de aspecto de lechuza y semejante a algunos de los llamados ídolos personales", acerca de los cuales no podemos menos que preguntarnos ¿por qué una figura de lechuza como amuleto?
Para empezar, tenemos que tener en cuenta que en las culturas precolombinas del NOA, la lechuza no cargaba el sema de agorera ni el de funesta ni el de acompañante de brujas que introdujeron los españoles. Al contrario, si el dibujo del ave aparece en las urnas funerarias es porque de algún modo estaba vinculada al trasmundo [...].

Alba Omil

Extraído del libro Lo demoníaco en los mitos del Noroeste Argentino, de Alba Omil. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2002.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Educación


Comentario de Alba Omil sobre el libro Educación: La escuela en la historia Argentina, de Silvia Finocchio (Buenos Aires: Edhasa, 2009). Publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, el día 6 de diciembre de 2009. El enlace a la nota es:

http://www.lagaceta.com.ar/nota/355507/LGACETLiteraria/Serio_estudio_sobre_conformaci%C3%B3n_nuestro_sistema_educativo.html

lunes, 12 de octubre de 2009

Espejos del tiempo, espejos del alma


Hemos intentado aquí presentar un panorama de la creación literaria tucumana actual. Este tipo de intento siempre será precario: imposible abarcar todos los autores, pero otros investigadores, otros críticos pueden presentar otro panorama y así se irá enriqueciendo la muestra.
Aquí hay poemas, hay cuentos, hay microrrelatos. Todos los trabajos han sido rigurosamente seleccionados. Lo prueba su pareja calidad. [...]
Un rasgo que emparienta a todos los trabajos de este libro, es su profundidad, ya desde lo lírico, ya desde lo cáustico, ya desde lo humorístico, y así, por lo general no en forma directa, más bien alusiva, más bien evocada. Así lo obliga la creación artística.
Borges decía en el Carriego "es así como, desde los laberintos de cartón pintado del truco, hemos llegado a la metafísica, única justificación de todos los temas. Todos estos trabajos buscan esa justificación.

Alba Omil

Extraído de la Aclaración Preliminar del libro "Espejos del tiempo, espejos del alma", de varios autores. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, 2009.

domingo, 9 de agosto de 2009

Diversas formas de diálogo

Artículo de Alba Omil publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, Argentina, el día 9 de agosto de 2009. El vínculo directo a la nota es:

miércoles, 29 de julio de 2009

Teoría y práctica del microrrelato. II

El cuerpo del microrrelato

Pequeño y denso. Es como una piedra laja: su aparente compactación no es otra cosa que una suma de capas superpuestas.
Habrá lectores que se conformen con la piedra compactada: les bastará una sola lectura, que cuente la historia; otros, con interrogantes a la vista o herramientas en mano, tratarán de despegar esas capas.
Cuanto más capacidad, cuanto más destreza se tengan, mayor cantidad de capas se obtendrán; más rica será la lectura, más lejos y más hondo nos llevarán las palabras. O, sin ser una piedra laja, puede ser sólo un tejo. Un juego divertido, veloz, que nos arranque una sonrisa y quede flotando en el aire, como la sonrisa del gato de Alicia (Anderson Imbert, E. El Gato de Cheshire. Prólogo. Bs.Aires. Losada) .

Estructura

El m.r. narra, sucintamente, una historia constituida por acontecimientos y datos lógicamente relacionados entre sí.
La estructura establece las relaciones que conectan esos datos y acontecimientos, para constituir una trama, un todo orgánico.
Estos acontecimientos narrados pueden interrelacionarse de diversas maneras, con una gran variedad de posibilidades, por ejemplo:
1. El lugar donde se desarrolla la acción.
2. Elementos que identifican a los actores (o personajes): actividad que desarrollan, circunstancia en que se encuentran, finalidad que persiguen, búsqueda de un destino común etc. etc.
3. También pueden aparecer elementos contrastantes: pobreza-riqueza; inteligencia-estupidez; justicia-injusticia; popularidad-impopularidad, etc. etc. etc.
4. Puede darse el caso de dos o tres microrrelatos autónomos ubicados uno a continuación del otro y vinculados por el personaje, por la circunstancia, por distintas cosas a la vez, por el contraste paralelo o simbólico, etc. Veamos un caso:

La estructura, además de establecer las relaciones señaladas para que el texto tenga coherencia, puede salvar las dificultades de espacio que presenta el género, aglutinar hechos y circunstancias (sin caer en el hermetismo) y establecer la comunicación con el lector.
Según dijimos, hay m.r. planos, que en seguida se esfuman de la memoria. Hay otros que buscan trascendencia, que tienen espesor, que son como la punta visible de un iceberg que, en su enorme cuerpo oculto, encierra magia, milagros, reflexiones, inquietudes, mensajes et al.
Esta carga oculta depende del factor conocido como “el poder de lo no dicho”.
Esto de los significados ocultos ya ha sido señalado por los lingüistas quienes lo explican porque “el lenguaje es el vehículo obligado de toda clase de impresiones, de fantasías y símbolos que se despliegan en estado críptico y que, por muy profundamente que estén escondidos bajo la aparente inocencia de la expresión, no dejan por esto de existir, actuando sin descanso en el intercambio oculto que constituye la lectura”. M.Molho (1978, p189-90) Semántica y Poética. Barcelona, Crítica, pp. 189-90.1978
Quien está familiarizado con el m.r. conoce sus exigencias y sus técnicas y puede manejar el poder de lo no dicho (o de lo no escrito), a través de diferentes procedimientos, y valiéndose de indicadores que conducen a las entrelíneas.
Está dicho pero no escrito; gravita desde abajo y cuenta parte de la historia, o perfila al personaje, o abre su interioridad, o alude a la acción, en fin.
Este procedimiento apoya la economía del relato, puede aludir a un espacio y a un tiempo determinados, llevar al lector hacia aquel tiempo y ver cómo eran los personajes, el paisaje, las costumbres, etc.

Alba Omil

Extraído del libro Teoría y Práctica del microrrelato, de Alba Omil, de próxima aparición.

domingo, 12 de julio de 2009

El papel de la mujer en los últimos siglos


Comentario de Alba Omil sobre el libro Mujeres, entre la casa y la plaza, de Dora Barrancos (Buenos Aires: Sudamericana, 2008). Publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, el día 13 de julio de 2008. El enlace a la nota es:

http://www.lagaceta.com.ar/nota/334628/LGACETLiteraria/papel_mujer_últimos_siglos.html

viernes, 10 de julio de 2009

Teoría y práctica del microrrelato, I


Aclaración


A partir de hoy le capítulos del libro que sigue, cedidos por su autora en exclusivo para su publicación en este espacio, junto con el ofrecimiento de que si les interesara a nuestros lectores ampliar algo, o no lo encuentra claro, puede escribirnos para que si desea que ella misma se los resuelva, los corrija u opine, haremos la gestión con gusto y sin cargo alguno, como una especie de curso interactivo. A partir de la segunda entrega iremos poniendo algunos ejemplos y algunos ejercicios.


Teoría y práctica del microrrelato


¿Qué es el microrrelato?


Al microrrelato su mismo nombre lo define, define su función y su estructura. La función es, en primer término, relatar. Si esto es así, tenemos que verlo como un texto narrativo. Y a propósito de ello, hagamos una cita: “Un texto narrativo será aquel en que un agente relate una narración”. Mieke Bal (1998).
Relatar en pequeño, inclusive mínimo espacio, pero relatar. Que por detrás de ello razone, filosofe, ironice, etc. es posible, pero si no relata algo, aunque sea mínimo, a nuestro juicio, no puede ser considerado microrrelato.
En consecuencia, no se lo debe confundir con el proverbio, ni con la greguería, ni con el aforismo, ni con la sentencia ni con el chiste ni con el juego de palabras. No hemos leído ninguna de estas formas que relate una historia aunque sea mínima.
En efecto, el proverbio no narra: ejemplifica, medita, razona, enseña pero no relata, en consecuencia, no cabe dentro del género que pretendemos estudiar.
El aforismo se emparienta más con la greguería y con el proverbio que con el microrrelato. No narra, por lo tanto, no podría ser tenido como tal.
Fernando Lázaro Carreter (1977) define el aforismo como “Frase breve que resume en pocas palabras un conocimiento esencial, muchas veces médico o jurídico”.
Con la sentencia pasa otro tanto: “Reflexión profunda, expresada sucinta y enérgicamente.” (Lázaro Carreter, 1977)
No sólo hemos encontrado las formas preciadas, en colecciones de microrrelatos sino también hemos leído más de un juego de palabras como si fuera un m.r., a nuestro juicio, sin serlo. Preferimos no citar ejemplos pero que los hay, los hay.
Reiteramos: m.r. no es cualquier construcción breve que hable o reflexione sobre cualquier cosa, o haga reír o muestre el ingenio.
La característica fundamental, pues, no es solamente la brevedad; es la narración breve, ajustada, tan bien elaborada, que puede narrar una historia en un espacio corto.
Si tendemos a mezclar las formas, estaremos errando el camino.
Claro que, esa función -relatar- no es excluyente, porque de serlo, la construcción podría quedar manca, ser plana, anodina y, quizás, intrascendente. O no.
Cierto que hay microrrelatos (así llamados) planos, que no van más allá de lo denotado pero…también pasa en el cuento, en la novela, en el teatro. Después, el lector y el crítico seleccionan y se hace la decantación.
Encarar, pues, la redacción de un m.r. implica no sólo contar una historia, sino organizarla dentro de un marco predeterminado que, se sabe, es reducido. Por lo tanto, implica un cuidadoso trabajo léxico, morfosintáctico y de procedimientos.
Por otra parte implica manejar el problema del espacio, su relación y gravitación en y con la historia y con los personajes, si los hay.
Implica también la resolución, dentro del texto, de un asunto capital: el tiempo:
El tiempo de la historia y el tiempo del relato.
1.1 El acomodo del tiempo de la historia en el relato.
1.2 El manejo de los recursos y procedimientos lingüísticos que le permitan este acomodo.
El tiempo y su relación con la actividad y la conducta de los personajes, si los hay.
2.1. Su manejo en el trazado del perfil del personaje.
3. El tiempo como tema y como problema existencial.
Todo, justo; todo, bien medido; todo, sustancial; todo, significante. Con peso, sin ripios, con economía, sin desperdicios. Cada palabra, cada sintagma, con su sentido visible pero con su aureola connotativa, invisible aunque gravitante y con su subsuelo significante. Todo en función de sí mismo y, a la vez, de la totalidad.
Pero, observamos no sin cierta preocupación, que su territorio suele estar desbordándose y ello, a nuestro juicio, terminará por desvirtuar el género.

Alba Omil

Extraído del libro Teoría y Práctica del microrrelato, de Alba Omil, de próxima aparición.

jueves, 9 de julio de 2009

La saga del Toto


Aclaración preliminar


El Toto es un delirante cuya vida, cuyas ensoñaciones, cuyos delirios están expresados en ocho entregas que pueden leerse en cualquier orden. He aquí una de ellas.


Visiones


Por cierto que el Toto tenía sus contactos con el Más Allá pero eso, para él, era una cosa más bien natural, nada del otro mundo, valga la paradoja, o la redundancia, porque ya estaba acostumbrado, aunque el hecho no era frecuente ni ocurría cuando él lo deseaba sino cuando los otros lo disponían.
La cosa no era para nada sencilla; tenía sus códigos y había que conocer las claves. Y él manejaba solo algunas.
Lo que tendía a repetirse era la circunstancia, mejor dicho, el horario : en la duermevela del amanecer.
Los de Allá hablaban pero el Toto no oía voces: sonaban en su cerebro, hablaban en silencio, y no es joda, che, porque las sentía. Los simplistas tienden a hablar de telepatía. Allá ellos.
Lo más aproximado es que venían, o él iba, hacia una para-realidad, con reglas diferentes, y allí se producía el encuentro y se entablaba el diálogo, tenazmente fugaz y esta palabra no viene al azar porque ellos, siempre apurados, daban la impresión de estar en fuga, de haber ingresado sin permiso en una zona vedada. Otras veces era como si sonase un teléfono y por esta vía lo notificaran de cosas: “Tené cuidado porque eso no anda bien, movete con cautela”. O “En el tribunal estarán cuatro, yo seré el quinto, a la derecha. Cuando te interrogue el Rengo, vos mirá para mi lado”.
La verdad es que el Toto temía estos encuentros porque no todo eran buenas noticias; por eso, en las noches, al rezarle a su ángel de la guarda, le recomendaba “No les permitas entrar”. Claro que el ángel no siempre le hacía caso: o no quería o no podía evitar estas visitas, o estas informaciones, a veces sin presencia, sin voz, sólo símbolos ¡Ay, el barro! O el agua turbia. O las rosas machitas, qué horror, muerte segura ¿De quién? Vaya a saberse, pero segura y dolorosa. Y así era. Aunque a veces -pocas, mezquinas veces- aparecía el jardín de su infancia en la casa de su abuela, radiante de rosales florecidos, las rosas, iluminadas como lámparas, cosa del otro mundo, indescriptible, intransferible, como la felicidad que circulaba a borbotones por todas las venas de su cuerpo. Era como una droga de acción prolongada, duraba todo el día, o varios días. Si alguien hubiera podido observarlo con detenimiento, hasta hubiese advertido una tenue luminosidad que le brotaba de la piel.
“El niño Toto se ha afeitado con una espuma nueva porque está brillosito”, le comentaba la criada india, medio bruja, vieja ya, a su único interlocutor, el gato negro, viejo también, taimado y cauteloso como ella. Y eran las escasas ocasiones en que el bicho iba a restregársele entre las piernas a un Toto ausente, sumido en la selva espesa de su felicidad.
En sus momentos de desesperación, cuando el mundo le quedaba chico, apretándolo casi hasta ahogarlo, los invocaba: “Julita, te necesito, no te lo echo en cara pero yo, presente cada vez que me precisabas y bien que lo sabes; yo, a tu lado, sin moverme mientras el viento de la tragedia te azotaba sin tregua ¿te acuerdas? Y eso que no viste arder y retorcerse mis entrañas cuando la vida puerca se iba devorando tu carne hasta dejarte la piel sobre la calavera. Te bella calavera viva aún y respirando ya el olor de la muerte que brotaba de tus poros empeñados en subsistir en esa nada que ya era tu cuerpo. No viste porque mi cara había velado sus espejos y reinvertido el horror para que me rugiera adentro, sin asomo exterior. Ahora te necesito, no yo, te requieren mi soledad, mi desolación, mi desesperanza, mi vana vida.
Y en la duermevela del amanecer aparecían dos rosas, una encendida; marchita la otra. Y el Toto besaba con unción la rosa ardiente, y en la mañana, la india vieja le murmuraba algo al gato negro, que algo veía, por su inusitado restregarse contra los pantalones vaqueros, ronrroneando, con la cola en alto, y mirándolo con esos ojos extraños que, sin duda, podían ver mucho más que él en ese Más Allá, vedado al resto de los comunes mortales.
Alguna vez, el Toto había pensado dejar escritas estas experiencias escatológicas pero estaban más allá de las palabras, tal vez más cerca de la poesía, o de la plástica, o de la música, pero ¿pintar qué? ¿Una rosa roja ardiente? No, che, no era la imagen, eran las sensaciones, los temblores del alma, territorio vedado a la forma. Mejor la música pero ¿cómo? El apenas si tocaba algo el piano. Mejor dejarlo así ¿Pero qué significaría la rosa marchita?

Alba Omil

Extraído del libro "La saga del Toto", de Alba Omil, de próxima aparición

miércoles, 3 de junio de 2009

El testamento de la Rusa María y otros cuentos


[...] Todo discurso tiene una potencialidad de sentidos; cada lector, de acuerdo a su competencia, sacará mayores o menores frutos de una misma tierra. Así pasa con estos cuentos: pueden ser leídos y gozados por cualquier lector, pero el salteño es más competente. En su suelo nacieron muchas historias y él sabe muchas cosas, conoce muchas intimidades que las entrelíneas esconden y que él puede decodificar. Tal es el caso del cuento que da nombre al libro -"El testamento de la Rusa María"-: hay aquí un valor agregado que parte desde el título; hay muchos hiatos por llenar; hay nombres no registrados pero el salteño sabe y puede leerlos más allá de la letra. Y hay otros significantes de peso: los tabúes, las habladurías, el qué dirán, el fijate vos, el ¿quién será este? el yo creo que, en fin.
Al placer de la lectura van a sumarse imponderables como la curiosidad, el ingrediente del comentario, avieso o divertido, de una aureola de expansión del texto escrito cuyos límites son difíciles de fijar.
El autor lo sabe y juega con esto: podría hacerse un registro minucioso de los indicios, de las travesuras lingüísticas del texto. Todo ello forma parte de la destreza narrativa de López Bianchi, a quien el placer de escribir le brota de cada palabra, de cada sintagma.

Alba Omil

Extraído de las Palabras Preliminares del libro El testamento de la Rusa María y otros cuentos. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 1998.

sábado, 21 de marzo de 2009

Embarazo educado


Este libro se ocupa de un tema siempre actual desde que el hombre está sobre la tierra: el parto, el hijo que llega al mundo, cómo nace, cómo hay que recibirlo, la relación de la madre con el recién nacido, el entorno familiar. Pero antes de eso analiza cómo debe preparar la embarazada un parto placentero; cómo funciona el organismo femenino, los roles que cumple el cerebro para que haya o no dolor, la importancia del aspecto psíquico. Aunque hay una seria base científica en la fundamentación de esta temática, el lenguaje en que se expresa es claro y didáctico, de manera que la lectura resulta accesible y hasta grata. Sin duda estamos ante un instrumento invalorable al servicio de las futuras madres.

Alba Omil


Extraído de la contratapa del libro Embarazo educado, parto placentero: crianza feliz, de Daniel Mirkin. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, 2009.

viernes, 27 de febrero de 2009

Hace tiempo, en el Noroeste


Aclaración preliminar

Este libro reúne hechos y figuras del Noroeste Argentino, que no recogió la historia grande.
En algunos casos se trata de registros de historias familiares o de aquellos que conservó la memoria oral y que sería lamentable se perdieran. Las fotos brindan un testimonio invalorable.
Con este volumen se inicia una serie, ya que el material acumulado es abundante y valioso. Es nuestro propósito publicar dos volúmenes por año. Esperamos cumplirlo.

Alba Omil

Extraído del libro Hace tiempo, en el Noroeste, de varios autores. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2008.


Los autores y sus respectivos trabajos, publicados en el primer tomo, son los siguientes:

Alderete, Mario: "Agua Tapada, una singular historia minera de la Universidad Nacional de Tucumán".
Araujo de Ruhland, Aurelia: "Heroínas de largas travesías... Dos misioneras laicas de la Yerba Buena".
Benedicto de Romano Norri, Dora: "Dr. Julio Prebisch. Segundo Rector de la Universidad".
Coviello, Alfredo: "Alfredo Coviello y la Sociedad Argentina de Escritores (S.A.D.E)".
Coviello, informe familiar: "Elvira Martínez Castro de Coviello".
Dorado, Juan Santos - Hogas, Alejandro: "La EUDEF, siempre presente en la memoria de los suyos (Escuela Universitaria de Educación Física).
Godoy, María Eugenia: "Kenneth John Hayward. Breve Noticia Biográfica".
Martínez Aráoz, Graciela del Valle: "San Pedro de Colalao".
Mure, Leticia: "Ernesto Salvatierra".
Omil, Alba: "Adela Sabini de Remis".
Omil, Alba: "Libros viejos que no han perdido vigencia".
Terán de Colombres, Constanza: "Clodomiro Zavalía, mi abuelo".
Valdecantos de Danieli, María del Carmen: "Federico Schickendantz. Libro Homenaje a su memoria".
Villalba, Víctor: "Los plateros de Tucumán en la época de la colonia".
Würschmidt, José Enrique: "Una anécdota pintoresca (Recuerdos familiares de un tucumano).

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Victoria Ocampo y la Generación del 37

Ha vivido siempre adelantada a su tiempo, como ocurrió con los hombres del 37, soñando, previendo, cimentando la Argentina del futuro, sin mentalidad colonial ni ataduras de aldea, abierta al mundo y al porvenir. Como ellos. Y en verdad se les parece bastante, en muchas otras cosas: tiene ideas ordenadas, anticipatorias y audaces como Echeverría (recuérdese el Dogma Socialista, matriz madre de todo un pensamiento generacional y de los grandes libros que lo subseguirían: Facundo, las Bases); tiene el pensamiento sutil, mordaz, de estilete de Juan Bautista Alberdi; el decir apedreante, sin pelos en la lengua, de Sarmiento, el visionario. Su proximidad con Sarmiento quizás sea mayor que con el resto de los miembros de esa generación. Cuando en 1938, en el N° 46 de Sur hace la defensa de la Inteligencia, habla del sanjuanino y citándolo afirma: "Si algún resultado positivo han dejado las terribles revoluciones que han agitado la Europa, es sin duda el de poder emitir los hombres sus ideas sin rodeos ni amaños, cualquiera que sea la materia que se trate". [...]

Alba Omil

Extraído del libro Frente y Perfil de Victoria Ocampo, de Alba Omil. Editorial Sur, Buenos Aires, Argentina, 1980.


domingo, 28 de diciembre de 2008

Del planeta amado


[...] Estos poemas son visualmente sencillos, clarísimos a una primera lectura; agua de vertiente, diríamos. Pero el agua de vertiente, con toda su pureza, viene de la hondura de la tierra. Y es ahí, en la hondura del texto, donde hay que buscar la esencia que nutre y sostiene estos poemas. Sin duda el mundo que ellos reflejan no es el que ven a diario nuestros ojos; es el ensueño el que mueve los pinceles de esta materia notablemente plástica. Y así, el autor puede crear un universo paralelo y contemplar cómo "se han subido a la luna las abejas", imagen que la memoria eidética dejará grabada en nuestro cerebro ¿O en nuestra conciencia? ¿O en los cimientos de nuestra alma?
Hay un constante juego dialéctico entre lo que caduca y lo que perdura; entre lo que perdimos y lo que debemos conservar; en lo que dejaremos a los que siguen, cuando nos devore el silencio.
David contempla el universo (esa combinación de realidad y ensueño) con goce. Y lo transmite y lo contagia. Enciende las palabras para luego atenuarlas con leves celajes. He ahí el encanto de leerlo que, quizás, sea también el encanto de compartirlo.


Alba Omil


Extraído de las palabras preliminares del libro "Del planeta amado", de David Bercovich. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2008.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Demonios guardianes de tesoros


Es conocido el motivo del diablo dispensador de riquezas. Grillot de Givry (1981) se ocupa del tema con su clásica solvencia. Según la creencia, como el diablo reina en el mundo inferior, conoce todas las minas, todos los tesoros escondidos; es su dueño y señor, puede entregarlos a quien le plazca y ha puesto sus guardianes para custodiarlos, todo lo cual se ha convertido en tópico. A veces no se especifica que sean guardianes demoníacos, pero son seres del Mundo de las tinieblas, generalmente "almas en pena", que se manifiestan mediante luces malas.
En el ámbito universal hay relatos sobre este tema, que se multiplica en el espacio y en el tiempo.
En el Noroeste argentino, el tema de los "tapados" es de vieja data: ¡Cuántos monumentos megalíticos se han destruido por buscar tapados! La tradición conserva vivo este tema gracias a algunos ingredientes que no varían: los tapados existen; algunos ya han sido desenterrados, prueba evidente de su existencia; muchos continúan siendo buscados.
En el Nuevo Mundo podemos encontrar antecedentes lejanos: Veamos lo que dice David Granada (1896): "Raro es el cerro, peñasco o escarpado, desde la Cordillera de los Andes hasta las comarcas del Uruguay, Paraná y Paraguay, que no tenga una 'salamanca' o cueva encantada, que no encierre considerables riquezas de oro y plata en sus entrañas [...], que no emita luces y resplandores que a veces iluminan una vasta extensión del territorio".
Acerca de estas luces hay un ponderable corpus de leyendas: la luz mala, o el farol (Omil, 1988 y 1989), Ambrosetti (1976, 111) .
Son muchas las explicaciones sobre el origen de estos tesoros:
"Esos tesoros son antiguas minas que hoy los aborígenes ocultaron, 'taparon' para sustraerlas de la codicia española: guacas, enterratorios de caciques, con las alhajas que tuvieron en vida.
El supuesto tesoro enterrado de los Jesuitas con motivo de su expulsión.
El que los comerciantes acaudalados enterraron antes de huir al Perú, cuando estalló la revolución de mayo.
El tesoro del rescate de Atahualpa.
Los tesoros aborígenes".
Con cada uno de estos temas puede elaborarse un corpus de relatos orales, algunos de fuerte tenor mítico.
De este amplísimo abanico sólo nos interesan aquellos relatos donde aparecen como custodios, seres demoníacos, o almas irredentas, y ubicados en el ámbito del Noroeste argentino.
En otra ocasión relatamos la bellísima historia del cerro Cierra-puesta, con su increíble tesoro custodiado por una diabla coja conocida como Patasola (Omil, 1988 y 1989) . Ahora nos detendremos en otras, no menos llamativas: la del Curu-curu, la del Zorrito, y la del cerro Tres cruces. Cada uno de estos núcleos ha generado una red de historias sobre fabulosos tesoros ocultos en las sierras de Salta y aún no descubiertos [...]

Alba Omil

Extraído del libro Lo demoníaco en los mitos del Noroeste Argentino, de Alba Omil. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2002.

domingo, 2 de noviembre de 2008

¿Qué es el microrrelato?

Artículo de Alba Omil publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, Argentina, el día 7 de septiembre de 2008. El vínculo directo a la nota es:
http://www.lagaceta.com.ar/nota/289260/LGACETLiteraria/¿Que_microrrelato?.html

jueves, 9 de octubre de 2008

El canto del pájaro


Más que oírlo, veía el canto del pájaro subir en volutas por el aire limpio -arriba, arriba- hasta perderse en la luz y regresar, al fin, resplandeciente, a hacer su nido en mi corazón.

Alba Omil

Extraído del libro Escritores de Tucumán, siglo XXI, de varios autores. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2008.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Acerca de lo real y de lo simbólico de la discriminación

Comentario de Alba Omil sobre el libro Fuera, de Susanna Tamaro (Buenos Aires: Seix Barral, 2008). Publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, el día 28 de septiembre de 2008. El enlace a la nota es:

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Libros viejos que no han perdido vigencia.

Semanario de Agricultura

Esta es una sección nueva del blog, donde por gentileza de su autora, aparecerán artículos de Alba Omil, próximos a aparecer en diferentes publicaciones, o ya en prensa. Fragmentos de esos textos estarán acá, como anticipo exclusivo.

Hipólito Vieytes (1956): Antecedentes económicos de la Revolución de Mayo. Buenos Aires, Ed. Raigal.
Este libro recoge los artículos publicados por Hipólito Vieytes en el Semanario de Agricultura Industria y Comercio (1802-1806).
Con respecto al agro (hoy en día tema preocupante, urticante, sustancial y arteramente soslayado) puntualiza: "No es posible que pueblo alguno pueda prosperar una vez que llegue a desatender su agricultura, siendo cierto que la grandeza de las naciones es un edificio cuyos primeros materiales se sacan del producto de sus tierras. Si consultamos con imparcialidad la historia del mundo veremos que las verdaderas fuerzas de un imperio crecen o disminuyen a proporción del respeto, o del desprecio que se ha hecho de la agricultura".

Vieytes sostiene que el apoyo estatal al agro es la vía para el progreso económico. porque la agricultura genera riqueza, educa y enseña y así destruye ese poderoso instrumento de sujeción que es la pobreza.
La prosperidad económica abre las puertas a la cultura; y la cultura, a la independencia política. A propósito de la prohibición de venta -al interior y al exterior- de algunos productos, entre ellos el trigo, dice: "El pretendido tema de la escasez justificaba desde el punto de vista del Cabildo la casi permanente prohibición de extraer trigo desde Buenos Aires. Sin embargo, los cálculos más moderados demuestran que siempre queda un remanente del consumo corriente. Además de que, como lo señalaban los labradores, si se favorecía la exportación, aumentaría notablemente la producción, y en este caso, los temores quedarían absolutamente descartados. Entonces debemos pensar que quienes levantaban de continuo la bandera del pánico ante la inminente hambre, debían ser los mismos comerciantes monopolistas -que usufructuaban los sudores y sacrificios de los chacareros- en vislumbrando la amenaza de perder sus pingües negociados" […]

Alba Omil

Extraído del libro Hace tiempo en el Noroeste, de varios autores, y próxima aparición.

martes, 26 de agosto de 2008

Por voluntad y elección


Artículo de Alba Omil publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, Argentina, el día 20 de julio de 2008. El vínculo directo a la nota es:


Con respecto a este artículo, la autora publicó una aclaración en el mismo diario el día 3 de agosto de 2008. El vínculo directo a la nota es:

domingo, 24 de agosto de 2008

Las suplicantes

Suplicantes. Ilustración de Juan Lanosa, realizada para el libro.

Algún día ha de ser, dijeron las mujeres con fría seguridad -convencidas e inflexibles- y miraron a los hombres que, a su vez, las miraron con ojos inquietos y vacilantes, como si temieran algo inconscientemente, aún antes de caer en ello; como si desconfiaran de sí mismos, o de alguna cosa que estuviese dentro de ellos sin depender de ellos mismos. Acaso como si desconfiaran de Dios.
-La justicia ha de llegar algún día -repitieron las mujeres-. Y lo decían cada mañana, cada tarde, cada vez, como un rito. Y los hombres seguían escuchándolas en silencio y pensando siempre lo mismo. Y siempre les brillaban los ojos, como cuando Miguel volvió del pueblo y lo dijo por primera vez.
Desde ese día comenzaron a mirar con recelo -o con temor- a sus mujeres. Y después trataron de no mirarlas, trabajaron con más tenacidad en el surco, agotando hasta la última fuerza. Y a la noche caían rendidos a la cama. Entonces ellas comenzaban a hablarles, como lo hacía aquella noche la mujer de Juan Miguel.
-Este año durará poco la cosecha. Y después no tendremos qué comer. Y el año pasado tampoco alcanzó. Y si los chicos se vuelven a enfermar, no sé de dónde sacaremos para pagar los remedios. Y hay que componer el gallinero para que no se mueran también este año los pollos. Que ya hay muchos con peste. Y hay que comprarle también zapatos para el chico. Y el chico no quiere ir a la escuela porque no le gusta. Y...
Y se dormían, como Juan Miguel se había dormido aquella noche, pensando en lo que él le había contado, sin reparar en sus mujeres. Y así durante semanas, hasta que llegaba el día de pago y bebían y ya no se conformaban con soñar.
-Tendrá que ser -comentaron las mujeres y siguieron trabajando con tesón, con rudeza, como los hombres. Sudando y encalleciendo como los hombres. Maldiciendo como hombres.
-Ojalá Dios permita que su justicia llegue. Que se termine la locura y el pecado.
-Que los castigue Dios.
Y más se irritaron cuando la vieron en el pueblo, mezclada con la demás gente, como si no fuera distinta, apurada, comprando con los demás, sin reparar en ellas, sin mirarlas, interesada en cosas que parecían estar lejos de allí. Como si ella no tuviese nada que ver con lo que pasaba. Cuchichearon entre ellas. La miraron. Y se dijeron cosas que nunca nadie supo y que sus caras no dejaron traslucir ni siquiera por un instante. Pero la mujer ni se dio cuenta.
Era todavía joven, alta y morena, pero las mujeres no lo advirtieron. Trataron de mirarla más adentro: más allá del vestido y de la piel, en la profundidad de las glándulas, tratando de disecarla como a un bicho, sin dejarle una fibra oculta, buscando descubrirle alguna recóndita, secreta, vergonzosa desnudez.
Ni siquiera sabían que se llamaba María Adela. Pero eso tampoco importaba. Podía haberse llamado de cualquier otra manera. Y hubiera sido lo mismo. Lo temible y odiado, estaba más allá más abajo del nombre.
Y lo comentaron con el cura el último domingo. Y el cura trató de apaciguarlas. Y les habló del perdón. Pero ellas siguieron disconformes. Fue cuando les habló de la justicia de Dios y del castigo que llega, irrevocable, cuando se calmaron. Pero sólo un momento: el recuerdo de la mujer siguió persiguiéndolas como una fatiga de la que no podían reponerse.
El trabajo en el cerco era cada vez más áspero e ingrato porque trataban, a la par, de vigilar las miradas y los pensamientos de sus hombres. Pero ellos estaban inmutables. Como de piedra.

Le pasaba suavemente los dedos por la piel, pero tenía los ojos lejos, como si estuviera sola y distante del hombre.
-Y después moriremos- dijo con voz también distante y una como sonrisa se le vio en los ojos. Y fue como si se le hubiera cerrado también la voz:
-Tal vez ni podamos ver todo lo vivido. Ni siquiera de lejos. Ni siquiera sentir la soledad. Nada. Ni recuerdos.
Él la abrazó y le sintió, encima de la piel, palpitándole, los abrazos de muchos otros hombres. Pero no quiso pensarlo.
-Y ya es como si estuviéramos un poco muertos. Como si tuviéramos un muy viejo amor. Viejos días en que éramos otros. Y recordáramos viejos gestos, atrás, como si tampoco nunca hubieran sido. Y como si tus manos fueran viejas conocidas de mi piel. Pero no sé si quiero volver a verte.
La casa estaba ardiendo desde muy temprano, casi desde la noche, atrás del camino, atrás de la caña, atrás de las cruces blancas y azules del cementerio.
Los hombres habían ido a ver el incendio a la madrugada pero ya entonces no pudieron acercarse por el humo y el calor. Se quedaron mirando desde lejos, largo rato. Después volvieron al cerco y no les dijeron nada a las mujeres que, a su vez, nada les preguntaron, pero que también habían visto el humo desde el amanecer. Y fue como si ellos hubieran querido hablar y preguntarles algo, o buscar la confirmación, o escucharlas decirlo y desahogarse, pero sólo las vieron mirarse.
Después supieron que la mujer había muerto también en la quemazón, junto con tres hombres que habían ido esa noche a la casa, pero tampoco lo comentaron. Se miraron solamente, como en otros tiempos. Pero ya no maldijeron.
Y esa noche se acostaron a la par de sus maridos, frías, sudorosas y duras, como hombres, con su olor agrio del trabajo, como hombres, y se durmieron satisfechas y cansadas.

Alba Omil

Extraído del libro Historias de mujeres y de hombres, de Alba Omil. Ediciones del Cardón, Tucumán, Argentina, 1961.

lunes, 14 de julio de 2008

Ejemplos amenos para lucirse con la oratoria


Comentario de Alba Omil sobre el libro Saber hablar, de Antonio Briz (Buenos Aires: Instituto Cervantes - Aguilar, 2008). Publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, el día 13 de julio de 2008. El enlace a la nota es:


http://www.lagaceta.com.ar/vernota.asp?id_seccion=109&id_nota=280759

viernes, 20 de junio de 2008

Todo un hojaldre de significaciones


Comentario de Alba Omil sobre el libro Literatura e imaginario político, compilado por Amelia Royo y Elena Altuna (Córdoba: Alción, 2008). Publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, el día 15 de junio de 2008. El enlace a la nota es:

domingo, 15 de junio de 2008

José Bianco. "Sombras suele vestir"


Borges ha dicho: "Como el cristal, o como el aire, el estilo de José Bianco es invisible". Quizá metaforizaba; acaso hiperbolizaba. Lo cierto es que estaba refiriéndose a un estilo sutil, inaprehensible casi. Tal vez sea aventurado tratar de investigarlo. Es tan frágil, tan etéreo, que intentar la indagación de sus secretos podría ser tenido como una violación, o podría suponer el peligro de destruir su magia. Pero no: procuraremos conservarlo intacto, preservar en todo momeno su trémula hermosura. Nuestro acercamiento ha de ser sólo un intento de interpretación para contribuir al goce de su belleza y, tal vez, para que esa belleza pueda servirnos de enseñanza.
Se trata, sin duda, de un estilo donde todo está pulido y ajustado hasta el detalle; donde cada procedimiento ha sido madurado antes de aplicarse, pero todo es tan imperceptible que ni siquiera se nota la elaboración.
El protagonismo pertenece a la historia, que nos capta y nos domina desde el comienzo hasta el final de Sombras suele vestir, ese cuento formidable, con un título estupendo, proporcionado por un poema de Góngora:

"El viento armado que en veloz carrera
sombras suele vestir, de bulto bello".

Al iniciar la lectura, el lector se encuentra como perdido porque el autor lo mete de lleno en la vida de una familia donde hay personajes cuya ubicación desconoce: dos mujeres que son apenas un nombre; una voz que no se sabe a quién pertenece, que va ocupando el centro de la narración pues a través de su memoria y de su conciencia, hace su relato un enunciador omnisciente. Sumemos a ello, un escenario más claramente esbozado que los personajes (casa de inquilinato, cuadro de miseria) y una desarticulación del tiempo que será en definitiva, el instrumento esencial del misterio, del clima de irrealidad y hasta del desenlace. Estas anacronías están ajustadas al fluir de la memoria: el autor presenta los sucesos tal como aparecen en la mente del que evoca, sin ninguna fidelidad cronológica [...]

Alba Omil

Extraído del libro La letra profunda, de Alba Omil. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1996.

lunes, 9 de junio de 2008

Teclas negras

A través de estos poemas, María Elisa Gallo nos sumerge en un mundo extraño; su mundo poético, con pausas, con silencios pero sin puntuación porque esa puntuación, según Apollinaire "entorpece de manera singular el vuelo de un poema, que sólo realiza su carrera alada de un solo golpe".
Esa carrera alada se ajusta a pautas musicales, no en vano el título, y como la música, nos va transportando a otro espacio, regido por la armonía, por los silencios, por un ritmo interior que maneja la batuta de la autora.
Detrás de esa música hay una reflexión existencial honda, hay desgarros del alma; hay un yo que clama y la sombra de unas manos que se extienden en busca de otras manos.
Pero también hay celebración del mundo, en una mirada joven que ha encontrado en el verso su camino y su reflejo.
Hay que leer estos poemas con los ojos y con el alma. Así podremos descubrir sus claves.

Alba Omil

Extraído del texto de contratapa del libro Teclas negras, de María Elisa Gallo. Lucio Piérola Ediciones, Tucumán, Argentina, 2008.

sábado, 24 de mayo de 2008

Polémica Alberdi - Sarmiento

[...] A lo largo de la polémica es fácil distinguir dos discursos: el personal, agresivo, violento, que se circunscribe a ese ámbito; el otro, donde cada uno pasa, de demoledor personal, a constructor colectivo de la República. Alberdi, en su primera carta, habla del desierto -tema sarmientino, tema de Echeverría, tema de La Joven Argentina, de la Asociación de Mayo-, de los problemas que acarrea y de los medios para vencerlo: inmigración, caminos, industrias, instrucción popular, como lo desarrolla amplia y detalladamente en las Bases. ¿Y qué otra cosa preconiza Sarmiento con la palabra y con la acción?
Y pasan ambos de un discurso a otro sin solución de continuidad, y dicen cosas válidas y eternas que hoy tienen tanta frescura y vigencia como si en lugar de haber transcurrido 150 años estuviéramos en el corazón de los hechos.
Sarmiento, en sus cartas, se indigna, vocifera y apedrea, lo que es explicable dado su temperamento. La indignación le brota en cada frase. En cada frase grita su magistral estilo todavía inigualado en la literatura argentina. Pero su indignación no le impide seleccionar las palabras. Juega con la afectividad que ellas pueden irradiar, apela al diminutivo que siempre manejó con maestría: se refiere a los "panfletitos de Quillota".
Sabemos que no lo son, pero nos divierte el recurso porque en nuestra apercepción, y por contraste, sobredimensiona a ambos.
Todas las cartas están atravesadas por un tema relacionado no sólo con el funcionamiento del país, también con el espíritu de Mayo. La primera se ocupa de la prensa: un análisis frío, profundo y abarcador. Bajo ese amplio ramaje se guarecen también las diferencias personales y los dardos. Pero, en definitiva, eso no es más que hojarasca que cae sobre la marcha de la historia: el tiempo la convierte en abono fértil, como ocurre a veces con el estiércol y los detritus. Pero queda la savia vigorosa, mensaje vivo que puede absorberse en cualquier época.
Ni siquiera Rosas importa en esta polémica: a la distancia, se va disecando para dejar, hasta el presente, sólo el símbolo -arbitrariedad, despotismo, el peligro de la ignorancia, más que todo en los que mandan- para la reflexión y el aprendizaje.
Los conceptos de Alberdi sobre la prensa siguen vigentes. Hoy, y desde hace tiempo, se habla de un cuarto poder para nombrarla. Hay quienes prefieren decir "el primer poder" a partir del artículo 45 de la Constitución. A propósito de ese poder, Alberdi reflexionaba: "si la prensa es un poder público, la causa de la libertad se interesa en que ese poder sea contrapesado por él mismo. Toda dictadura, todo despotismo, aunque sea el de la prensa, son aciagos a la prosperidad de la República".
Alberdi, Sarmiento, dos constructores, casi un mito. Pero también dos hombres con las debilidades y flaquezas de la mente y de la carne humanas. Bueno es conocerlos en los dos aspectos. Para y por ello, la importancia de esta Polémica.

Alba Omil

Extraído de la introducción al libro Alberdi - Sarmiento. Polémica, (Cartas quillotanas y Las ciento y una). Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, 2003.

domingo, 18 de mayo de 2008

Escritos reunidos de un gran pintor



Comentario de Alba Omil sobre el libro Dejen en paz a la Gioconda, con ilustraciones y textos de Alfredo Hlito, compilados por Rodolfo Alonso (Buenos Aires: Infinito, 2008). Publicado en el diario La Gaceta de Tucumán, el día 18 de mayo de 2008. El enlace a la nota es: