miércoles, 16 de mayo de 2007

Apariencia y realidad. El desengaño del mundo

Otro aspecto que desvela al hombre de nuestro tiempo y que nuestros grandes escritores -Borges, Sábato, Cortázar- proyectan en su obra es el de la apariencia frente a la realidad del mundo. La pérdida de confianza en la realidad es una actitud que inicia el hombre al entrar en la modernidad. Todos los cimientos de sus estructuras ceden cuando descubre la realidad oculta bajo una apariencia engañosa. Y así, se encuentra frente a dos elementos que, conjugados, se galvanizan y potencian: lo engañoso y lo transitorio del mundo y de la vida, pero qué paradoja, en lugar de huir, de despreciarlos, se aferra desesperadamente a esa realidad que lo limita y lo defrauda. Esta pérdida de confianza en sí mismo y en el mundo que lo cobijaba, llevó al hombre del siglo XVII a regresar al refugio de un prometido Más Allá, pero ¿y el hombre de hoy? Los personajes de Sábato, Sábato mismo, nosotros sus lectores, carecemos de esa sólida apoyatura teológico existencial que sostenía a los hombres del medioevo, o del Barroco. Independientemente de que el hombre de hoy sea o no religioso, le falta la solidez y la seguridad de un Más Allá que lo espera y lo compensará. El hombre de hoy lamenta su acabarse y, mal que mal, quiere seguir en este pobre mundo que tantas desventuras le ocasiona. Para Sábato, para Borges, para nosotros lectores, la eternidad está en la vereda de enfrente, y aquí nosotros, seres finitos condenados a morir, a abandonar todo aquello que amamos, que nos ata porque depositamos, con nuestro afecto, buena parte de nosotros mismos. Sábato lo plantea, aparentemente en broma pero con la más absoluta seriedad: "uno podría vivir una cantidad razonable de tiempo, digamos ochocientos, o mil años". Y sin duda, esta limitación lo entristece y lo deprime. En idéntica actitud están sus criaturas literarias.

Alba Omil

Extraído del libro Sábato, pensamiento y creación, de Alba Omil. Secretaría de Post-Grado, Universidad Nacional de Tucumán. Tucumán, Argentina, 1992.

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