No se sabe con precisión cuándo empezó a emplearse el término "cuento" para denominar un determinado tipo de narración. A ello debe añadirse que el uso de esta palabra, en su origen, es bastante inestable: hacia los siglos XIV y XV se habla en forma indistinta de apólogo, ejemplo,
fabliela y cuento -entre otros nombres- para señalar un mismo producto narrativo. Aunque don Juan Manuel no habla de cuentos sino de ejemplos, habla sí, de contar. En cambio, Bocaccio emplea indistintamente los términos fábulas, parábolas, historias, relatos y también cuentos, para referirse a sus narraciones.
Con el tiempo, cada uno de estos nombres ha ido identificándose con una forma de narración perfectamente delineada, de manera que es casi obvio señalar sus características. ¿Quién no puede distinguir una fábula de un cuento o éste de un apólogo o de una leyenda? Sin embargo, continúa interesando la diferenciación del cuento, de un pariente menos cercano, la novela, más que todo porque dicha diferenciación, de alguna manera, significa un aporte a la definición, siempre estimada, de ambos géneros. Intentaremos acercarnos a esa diferenciación.
De lo dicho en el primer capítulo, se desprende que el cuento es un género sumamente severo, no rige para él la elasticidad de que goza la novela: hecho fundamental.
El problema de la extensión no aporta mucho a la demarcación del género: hay arquitecturas cuentísticas perfectamente logradas con extensión más bien novelesca; uno de estos casos es el de las novelas ejemplares de Cervantes -algunas bastante extensas- que son cuentos a pesar del nombre que les dio su propio autor.
La duración, en el cuento, no está determinada por el número de páginas -a este respecto no existe canon delimitatorio- sino por esa unidad de impulso de que ya hemos hablado: mientras la extensión esté al servicio de ella, cualquier número de palabras será válido; en cuanto desborde la medida que ese impulso exige, se malogrará el cuento como tal; es decir, podrá ser cualquier cosa menos cuento propiamente dicho [...]
Extraído del libro El cuento y sus claves, de Alba Omil y Raúl Alberto Piérola. Editorial Nova, Buenos Aires, Argentina, 1967.
fabliela y cuento -entre otros nombres- para señalar un mismo producto narrativo. Aunque don Juan Manuel no habla de cuentos sino de ejemplos, habla sí, de contar. En cambio, Bocaccio emplea indistintamente los términos fábulas, parábolas, historias, relatos y también cuentos, para referirse a sus narraciones.
Con el tiempo, cada uno de estos nombres ha ido identificándose con una forma de narración perfectamente delineada, de manera que es casi obvio señalar sus características. ¿Quién no puede distinguir una fábula de un cuento o éste de un apólogo o de una leyenda? Sin embargo, continúa interesando la diferenciación del cuento, de un pariente menos cercano, la novela, más que todo porque dicha diferenciación, de alguna manera, significa un aporte a la definición, siempre estimada, de ambos géneros. Intentaremos acercarnos a esa diferenciación.
De lo dicho en el primer capítulo, se desprende que el cuento es un género sumamente severo, no rige para él la elasticidad de que goza la novela: hecho fundamental.
El problema de la extensión no aporta mucho a la demarcación del género: hay arquitecturas cuentísticas perfectamente logradas con extensión más bien novelesca; uno de estos casos es el de las novelas ejemplares de Cervantes -algunas bastante extensas- que son cuentos a pesar del nombre que les dio su propio autor.
La duración, en el cuento, no está determinada por el número de páginas -a este respecto no existe canon delimitatorio- sino por esa unidad de impulso de que ya hemos hablado: mientras la extensión esté al servicio de ella, cualquier número de palabras será válido; en cuanto desborde la medida que ese impulso exige, se malogrará el cuento como tal; es decir, podrá ser cualquier cosa menos cuento propiamente dicho [...]
Alba Omil - Raúl Alberto Piérola
Extraído del libro El cuento y sus claves, de Alba Omil y Raúl Alberto Piérola. Editorial Nova, Buenos Aires, Argentina, 1967.
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