En esa época medieval, llena de prodigios, según el mismo autor lo señala a través de Melusina, no puede extrañarnos la presencia de seres mitológicos, muchos de ellos provenientes del mundo celta. El mundo sonoro en este ámbito es diferente, más elemental y menos estridente. Son interesantísimos los sutiles cambios en este tipo de sonidos: casi en sordina, con muchos armónicos.
“Emergieron unos susurros, como si abejas invisibles –el rumor de las abejas es inseparable del zumbido de las hadas- revolotearan en el corazón de los pámpanos” (El unicornio. Buenos Aires, Sudamericana, 1979: 361).
Lo curioso es que para la reproducción de estos sonidos, el autor haya elegido “instrumentos” poco convencionales:
“[…] moviéronse algo más las hadas, sacudiendo sus campanas de vidrio, sus collares de nueces, sus medallas de cobre, sus cascabeles talismanes, sus sonajas fetiches” (p. 365).
Dentro de este cuarto ámbito sonoro se ubica el baladro de Melusina que atraviesa isotópicamente la novela: al comienzo, en el medio, a la muerte de Ozil y a la muerte de Aiol.
Este baladro no figura en los antecedentes míticos ni literarios de Melusina, aunque sí en la materia de Bretaña: es un agregado que Mujica Láinez le hizo a su historia, sin duda tomado de la literatura artúrica: era el célebre baladro de Merlín, último grito del mago, después de quedar atrapado en su cárcel de aire, por los encantamientos del hada Niniana, de quien él estaba enamorado. El término era de uso corriente en las novelas de caballerías y en el Romancero.
En cada uno de los momentos precitados, el baladro de Melusina aparece entramado dentro de un complejo tejido sonoro, tal como si se tratara de un solo con acompañamiento orquestal […].
Alba Omil
“Emergieron unos susurros, como si abejas invisibles –el rumor de las abejas es inseparable del zumbido de las hadas- revolotearan en el corazón de los pámpanos” (El unicornio. Buenos Aires, Sudamericana, 1979: 361).
Lo curioso es que para la reproducción de estos sonidos, el autor haya elegido “instrumentos” poco convencionales:
“[…] moviéronse algo más las hadas, sacudiendo sus campanas de vidrio, sus collares de nueces, sus medallas de cobre, sus cascabeles talismanes, sus sonajas fetiches” (p. 365).
Dentro de este cuarto ámbito sonoro se ubica el baladro de Melusina que atraviesa isotópicamente la novela: al comienzo, en el medio, a la muerte de Ozil y a la muerte de Aiol.
Este baladro no figura en los antecedentes míticos ni literarios de Melusina, aunque sí en la materia de Bretaña: es un agregado que Mujica Láinez le hizo a su historia, sin duda tomado de la literatura artúrica: era el célebre baladro de Merlín, último grito del mago, después de quedar atrapado en su cárcel de aire, por los encantamientos del hada Niniana, de quien él estaba enamorado. El término era de uso corriente en las novelas de caballerías y en el Romancero.
En cada uno de los momentos precitados, el baladro de Melusina aparece entramado dentro de un complejo tejido sonoro, tal como si se tratara de un solo con acompañamiento orquestal […].
Alba Omil
Extraído del libro La Literatura y su relación con otros ámbitos, de varios autores. Ediciones del Rectorado, Universidad Nacional de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1999.
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