martes, 24 de abril de 2007

Martín Fierro. El escenario: la llanura

Un mismo escenario se propaga por las cuatro versiones que nos ocupan: la pampa, que para el argentino, más que un concepto es un sentimiento. Es más que una manifestación del paisaje, una manera de sentirlo, una experiencia. Porque es un paisaje interior más que exterior, más sentido que visto: el gaucho no se detiene a describir lo que ve, cuenta cómo siente, lo asocia a sentimientos, a emociones. Así la refleja nuestra literatura: íntima, viva, consustanciada con el hombre, o el hombre asimilado a ella. Se sienten su inmensidad, su silencio, su monotonía. Echeverría la compara con el mar "cuando un instante / pone rienda a su altivez". Lugones habla de un "mar de hierba, indivisa comarca de tribus bravías", de su "vaga inmensidad" y hay en su concepto rastros de Sarmiento: "Allí la inmensidad por todas partes [...] El horizonte siempre incierto, siempre confundiéndose con la tierra entre celajes y vapores tenues que no permiten, en la lejana perspectiva, adivinar el punto en que el mundo acaba y principia el cielo". Y estos rasgos conforman una linea meridiana en la literatura argentina. Borges, en El Fin dice: "un lugar de la llanura era igual a otro y la luna resplandecía" y luego: "Hay una hora de la tarde en que parece que la llanura está por decir algo; nunca lo dice, o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música". Y estas afirmaciones son como una serie de hilos que vinieran desde lejos, atravesando libros; hilos que, de alguna manera, evocan el alambrado que la rodea sin encerrarla. Sarmiento habla de "la inmensidad sin límites, de las soledades en que vaga el salvaje, del espectáculo de una naturaleza solemne, grandiosa, inconmesurable, callada". Echeverría califica el desierto como "inconmensurable, abierto y misterioso". Borges, en El Fin, dice: "la llanura, bajo el último sol, era casi abstracta, como vista en un sueño". También en el Poema de Hernández está como vista en un sueño: siempre apenas aludida; sobreentendida, aflora en los versos desde la profundidad del alma del cantor. No es su propósito describir el paisaje, pero como ese paisaje está rodeándolo, brota en sus versos "intraducible como una música". Esa hora de la tarde -cuando comienza a anochecer- profunda e inquietante en el campo, a la que se refiere Borges, también aparece en el Poema:

"Y en esa hora de la tarde
en que tuito se adormese,
que el mundo dentrar parece
a vivir en pura calma," (1403-6,I)

Alba Omil

Extraído del libro Cuatro versiones del Martín Fierro, de Alba Omil. Secretaría de Post-Grado, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, 1993. Este ensayo consiguió el premio "Fundación Banco de la Provincia de Buenos Aires" en el año 1984.

No hay comentarios.: